Hoy he querido hablar de la naturaleza ya que muchos de nosotros hemos sentido la necesidad de aumentar el contacto con ella a raíz de la pandemia que vivimos. La experiencia nos dice que la naturaleza tiene múltiples beneficios para la salud y bienestar humano; sin embargo, los mecanismos por los cuales se adquieren estos beneficios no se conocen bien a día de hoy.
El interés y conocimiento de los recursos terapéuticos de la naturaleza se pueden encontrar en escritos antiguos. Hipócrates destacó la necesidad de “aires, aguas y lugares” para el bienestar físico y mental y textos romanos sugerían que hay beneficios para la salud en el campo y espacios verdes.
Los jardines fueron parte importante para conventos y monasterios en el s. XIII ya no solo para obtener alimento, sino también para la recreación al aire libre, ayudar a la recuperación de enfermos, preservar la salud y mejorar a los cansados, según señalaba Francisco Bonaventura en 1260.
En 1839, un Informe Anual del Secretario Británico señalaba que un parque podía disminuir las muertes al año de miles de personas y añadía varios años más a la vida de la población. Normalmente, se creía que la sobreexposición a ambientes artificiales causaba tensión nerviosa excesiva, ansiedad, impaciencia e irritabilidad.
Una enfermedad conocida como neurastenia que genera síntomas de depresión, ansiedad, insomnio y migrañas, normalmente era curada con terapia natural, donde nombres conocidos como Walt Whitman, el pintor Thomas Eakins, el novelista Own Winster, y el presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt, fueron enviados al oeste a ranchos para trabajar con caballos en el campo.
Los beneficios de la naturaleza han sido centro de muchas investigaciones, sobre todo en el aspecto visual dejando de lado al resto de sentidos y otros elementos que no son detectables por el ojo humano como productos químicos en el aire o la ingestión de microbiótica.
Los últimos estudios determinan que existe una amplia gama de vías sensoriales y no sensoriales que suponen un beneficio de la naturaleza para nosotros. Se ha demostrado que muchos de los beneficios de la naturaleza nos llegan a través de los cinco sentidos y por tres vías no sensoriales (fitocondios, iones negativos en el aire y microbios):
- Estimula la creatividad. La energía que nos da la naturaleza estimula nuestras neuronas, favoreciendo nuestro desarrollo cognitivo y aprendizaje. Movernos libremente y observar despierta la curiosidad e interés por conocer.
- Reduce el estrés. Realizar una actividad al aire libre te ayuda a desconectar y reduce la fatiga mental.
- Refuerza el sistema inmunológico. Investigaciones indican que pasar tiempo en la naturaleza nos protege contra ciertas enfermedades. Estar en contacto con la naturaleza nos relaja y ayuda a protegernos de enfermedades cardiovasculares, respiratorias, mentales, etc.
- Aumenta tu concentración. Está comprobado que en una mente relajada no hay lugar para el estrés. Es por ello que podemos concentrarnos mejor en tareas cotidianas.
- Ayuda a escucharnos a nosotros mismos. Los colores y sonidos de la naturaleza estimulan la abstracción y facilitan la meditación.
Fotografía: Antonia Schuster